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sábado, 28 de noviembre de 2015

Lluvia de noviembre (November Rain)




(En un boliche de Buenos Aires)

Ella aparece como en cámara lenta, entre humo blanco y luces coloridas que danzan diferente a como lo venían haciendo toda la noche. Parece que esta vez están coordinadas para iluminar a esa chica que viene caminando rectamente y convencida mientras esquiva a chicos que bailan un ridículo Reggaetón en ronda.

Mis pies intentan, ahora, moverse para estar dentro del contexto de la pista de baile. Pero están petrificados. Las rodillas me pesan demasiado. Tengo el vaso de plástico transparente con tres gotas de Freezé mezcladas con el agua de los hielos que se viene derritiendo. Chupo del sorbete  negro para juntar coraje y así poder, de una vez por todas, comerle la boca a la mujer más hermosa del universo que parece clavar su mirada en mí. Listo –pienso-. La saludo como ayer a la tarde y con la mirada le digo todo. Que las dos publicaciones de anoche en mi Facebook eran para ella y que ese osito misterioso que le dejé en la mochila del secundario en el día de su cumpleaños se lo puse yo y que la amo como nunca antes he amado a nadie ni a nada en este mundo. Seré sincero y le hablaré con el corazón. Con la verdad. Punto. -Se acerca- ¿Qué hago? ¿Bailo? –Me pregunto- No, mejor la miro y ya está.

Ella está en frente mío. Sus dos faroles celestes, ahora enfocados en mí, me iluminan opacando toda luz brillante y bolichera. Mi corazón late fuerte. Disimulo. La rubia pasa cerca y me esquiva dejando una estela de soledad angustiante que me anuda la garganta como aquel día que la vi con el idiota del Fitito blanco en el  banco de la plaza. Abandonó el lugar. Me deja solo en un boliche sin sentido y lleno de caras que no valen la pena. La palma de una mano me golpea la espalda. –Tranquilo boludo. No pasa nada. Dale que es tu cumpleaños, salame- me dice el Gringo, ese amigo de fierro que agarra con la otra mano ese  techo que puede caer y destruir toda ilusión presente. Los pibes aplauden como monos y se matan de risa de un gordo que baila deformemente con una señora colorada de cincuenta y pico de años. El Gringo me sirve champagne y yo respiro hondo. –Che, dale. El gordo este ¿Quién es? ¿El John Travolta argentino?– Les digo riéndome-. Responde el Gringo –Noo, este es Lechón Travolta-. Todos nos matamos de risa; la noche se remonta y la colorada sale corriendo dejando al gordo solo. Los chicos, ahora,  estallan. –Pobre John. Primero lo deja solo el amigo y ahora la señora- Dice Toto, el más grande del grupo. –Eso le pasa por ser amigo un boludo que anda en Fitito. Pensar que la vieja le dio alcohol a un conductor designado ¡Es un peligro ese muchacho en la calle! Pero ¡Bueh! El gordo le hace de airbag  - Remata el Gringo entre carcajadas mientras me dice que lo acompañe a la barra.


(En la casa del Gringo)

La resaca no sirve para olvidarme de ella. Sé que algo le pasó y que yo la puedo ayudar. El techo blanco con manchas negras de humedad de la casa del gringo me hacen recordar a las de mi habitación en esas noches de largas charlas telefónicas mientras la rubia lloraba desconsoladamente por culpa de ese idiota que le metió los cuernos con su mejor amiga. Yo sabía que el la engañaba, ya que el muy pelotudo siempre se sentaba con todas en el mismo banco de la plaza. El que está frente a la academia de música a la que yo voy a practicar guitarra –Vos valés mucho y sos una mina increíble. No podés dejar que cualquier idiota te trate como una más entre su montón. Secate esas lagrimitas y cambia esa cara. Pensá que es innecesario llorar por alguien así. Por un tipo que no vale ni dos pesos falsos– le decía para calmarla.

Siempre me he preguntado qué pensará ella de mí. Qué le pasará por la cabeza cuando le hablo y le digo todo el tiempo de forma indirecta que es el amor de mi vida ¿Será que no logra descifrar el mensaje? ¿Será que no siente nada por mí y no me quiere herir? ¿Seré yo el culpable de todo por no ser directo como lo hice hace un par de horas en el boliche? Quizás nunca se dé,  todo es realmente imposible y eso hace que siga en un estúpido sueño ilógico que se transforma en pesadilla cada vez que miro ese techo de mierda que me hace acordar a ella. El problema es que no solo son las manchas de humedad, sino que también el banco de la plaza, el olor a perfume dulce que a veces suelo oler en el subte, la tapa del DVD de Romeo y Julieta que tengo adentro del cajón de mi mesita de luz, November Rain de los Guns And Roses. Todo parece estar relacionado con ella ¡Todo! Cada silencio, cada detenimiento. Todos los días, todos el tiempo…

-Se ve que el champagne y Lechon Travolta no te dieron resultados ¿No?- Dijo la voz del Gringo en el medio de la oscuridad. – ¡Pará boludo! Yo no te estoy jodiendo- Respondí. –No ¡Ya sé! Pero me jode que estés mal. Además de la luz de mierda que tiene ese teléfono ¿Te vino con lámpara eso?- No, Gringo. No te podés imaginar como estoy. No aguanto más. Siento que en cualquier momento estallo. Por más maricón que suene te tengo que confesar… ¡Lloré por ella, amigo! ¡Lloré!- Le dije mientras veía expectante el muro de su Facebook esperando que publique algo sobre esta noche. –Pero eso es lo más normal del mundo. A mi me pasó varias veces. Son cosas de la vida. Porquerías que se te cruzan y después, al pasar del tiempo o de los años, desaparecen como la Colorada ante el gordo- La carcajada del gringo retumba en toda la habitación. –Pero Gringo, yo sé que vos la tenés clara y que la viviste. Pero esto es muy fuerte para mí, de verdad. Va más allá de todo. Es mi vida. El porqué de seguir respirando. Te lo digo con el corazón. Acaso ¿Vos te acordás cuando su abuela falleció y yo me quedé toda la noche con ella en el velorio sin importar que ese día era el cumple de quince de mi hermana que tanto quiero? ¿Vos  te acordás?- Se me humedecen los ojos y la voz me tiembla. El gringo parece entenderme. Yo sé que él me quiere ayudar. Pero acá nadie podrá saber lo que yo siento por dentro. –Hagamos una cosa- Me dice. –Mañana vamos a su casa y le vomitás todo lo que te está comiendo por dentro. Yo te voy a acompañar y te voy a ayudar. No podés seguir en este estado. Las noticias, amigo, son así: Buenas o malas. La duda es aquello que hace que el canillita no llegue a tu casa ¿Entendés? Durmamos que son las ocho de la mañana. Cuando te despertés desayunás algo, te clavas un Alical, te metes debajo de la ducha, te perfumás bien y encaramos a tu Julieta, Romeito-. Dejo el teléfono en la mesa de luz y le doy las gracias al Gringo. El nudo en mi garganta me hace difícil el hecho de dormir. La resaca parece, ahora, salvarme la noche. Mis ojos se cierran dejando atrás las malditas manchas de humedad.

La ducha helada del domingo caluroso de primavera me hace reflexionar frente a los azulejos blancos del baño del Gringo. Pienso que todo esto es mentira, que nada de esto es real. Siento que hoy  estaré frente a mi destino. Anoche un amigo me dijo que las noticias pueden ser malas como buenas y por eso pienso en que, seguramente, esta noche estaré llorando. Lo que no sé es que si de tristeza o de alegría. Ya nada importa, la decisión está tomada. Cierro la llave y salgo para secarme frente al espejo alto y un poco borros por el vapor que muestra a un hombre indecisamente seguro con ganas de recibir el diario de mañana a la mañana -¿Serán buenas noticas?-. Me termino de secar y salgo envuelto en toalla rumbo a la habitación. El ronquido del Gringo retumba por el pasillo. Se nota que el protagonista de esta historia soy simplemente yo. Él duerme tranquilo en su somier y sabe que al despertar me dará una mano para resolver mi locura; ellos, mis amigos de anoche están como el Gringo, desarmados en sus camas durmiendo como muerto; yo sigo con el nudo en la garganta sabiendo que se viene el penal más difícil que me animaré a patear ¿Y ella? ¿Qué estará haciendo en este momento? ¿Sospechará de lo que vendrá usando ese sexto sentido del presentimiento femenino? No lo sé…

El simple ruido de las dos vueltas de llave de la cerradura gastada de la casa de mi amigo me hacen agarrar escalofríos parecidos a los de anoche, cuando ella venía caminando como en cámara lenta. Estamos yendo hacia la verdad junto al Sancho Panza de esta historia de amor, el Gringo. Serán casi treinta cuadras a pie, ya que los colectivos no son de andar muy seguido los domingos. Yo tomo aire, inflando el pecho y exhalando fuerte por la nariz. La misma palmada de anoche vuelve a golpear en mi espalda. –Tranquilo, que es tuya,- Dice el amigo de Don Quijote. Avanzamos por la calle desolada, de tierra seca y polvillo molesto que vuela con el leve viento primaveral. El sol me pega muy fuerte en mis ojos, como las luces del boliche. Me siento raro.


(Rumbo a lo de Ella)

-Che. Pero ¿Vos jamás le dijiste nada?- Dice el Gringo. –Sí, boludo. Pero indirectamente. El problema es que esto es raro. Distinto- Respondo -¿Cómo raro y distinto? ¡No te entiendo!- Sancho Pansa sigue confundido. –A ver… El problema es que antes, cuando quería levantarme a una mina no tenía problemas. Lo hacía sin pensarlo dos veces. Siempre directo al grano. Como lo hice con Valeria y después con Tamara. Pero con ella no me sale. Mi corazón late más fuerte que mi voz y mis declaraciones, el sonido del bombeo es tan potente que me aturde y no me deja pensar. El miedo al rechazo absoluto también me juega en contra. Si le declaro mi amor y ella no quiere saber nada, soy capaz de…- Se produce un silencio.- ¿De?- Responde el Gringo. –De no vivir más. Te lo juro- Tartamudeo – ¡No digas boludeces, te lo pido por favor! ¡No es para tanto!- Dice el otro mientras patea una botella de agua mineral vacía hacia adelante como si fuera una pelota de fútbol. -La conozco desde que nació- Le respondo y sigo – ¡Es más, Gringuito! Recuerdo cuando jugábamos en el patio de casa con el osito de peluche, ese que me obsequió mi abuela (que en paz descanse). Ella, sus ojos celestes y su pelo trenzado estaban viéndome hacer jueguitos con el pobre oso. Yo pensaba que siendo un gran habilidoso como todo jugador de fútbol podría enamorar a la chica más hermosa del planeta tierra que me premiaba con aplausos y una encantadora sonrisa natural tan bella y relajante como esta brisa de viento que sopla de vez en cuando en mi cara-. El Gringo me mira y no responde nada. Creo que ahora me entiende. Quedan solo cinco cuadras para verla. Todo está calculado. Tengo que tocar el timbre y preguntar por ella. Su mamá, que me conoce desde que era un bebé, me dirá que su saldrá enseguida. Ahí es donde el mi amigo deja la escena y yo la invito a dar una vuelta con la excusa de decirle esta verdad que oculto hace diecinueve años dentro de una caja imaginaria cubierta de polvo que se abrirá en menos de tres cuadras.

Todavía hay toneladas de vasos de plásticos tirados en toda la vereda del boliche que danzan con el fuerte viento que empieza a soplar fuertemente. Cruzo la calle dejando al Gringo continuar con su recorrido hacia lo de Toto. El “Tercero A” del timbre parece resaltar como nunca antes entre todos los botones de la entrada del departamento. Me acerco, pienso dos segundos, tomo aire y presiono esperando que su mamá atienda. Nadie responde. Todo parece extraño. La señora nunca abandona su casa, mucho menos un domingo a las cinco de la tarde, el único momento de la semana que puede compartir unos mates con su hija  que estudia y trabaja de lunes a sábados todo el santo día. ¿Dónde está? ¿Dónde están? ¿Por qué hoy no responde? ¿Será el destino? ¿Será que hoy no es un buen día de confesiones?
-Sabía que ibas a venir- Me dice una voz femenina a mis espaldas. Es su tía que abre el portón pidiéndome que la acompañe. No entiendo absolutamente nada pero la sigo hasta el ascensor. La señora no me habla y está todo el tiempo mirando su teléfono celular. El “3A” color rojo nos dice que llegamos. Se abren las puertas plateadas y entramos a la casa, la de ella. La del amor de mi vida, la protagonista del día y el rumbo de mi vida. Se escucha que llueve fuertemente. Menos mal que pudimos entrar. Zafamos de la tormenta.


(En la casa de Ella)

No entiendo porque el sonido de una cerradura otra vez me genera escalofríos. La tía se sienta y por fin habla –Ella sabía que vos ibas a venir hoy. Ayer a la tarde mientras le daba una mano con el maquillaje frente al espejo me comentó que se iba al cumpleaños más importante de su vida. Sus ojos brillaban como nunca. Lo tenía todo planeado mi angelito-. Mi corazón late distinto. Esta vez me aturde. –Qué pasó- le pregunto con miedo. No logro entender nada. Pienso que se mudará a Estados Unidos por su beca y que ella ahora está con su mamá celebrando la noticia con una salida por el shopping. La tía responde –Ella iba a salir del boliche a las dos de la madrugada, cuando su mamá dormía, para buscar un sobre blanco y un peluche perfumado que dejó sobre su cama. Pensaba volver para regalárselo al amor de su vida. Anoche, mientras se pasaba delineador negro y nos preparábamos para salir me hablaba de un beso con ese oso en una de sus manos. Estaba contenta ¡Entusiasmada! Jamás supe que eras vos ¡Nunca me imaginé que el timbre lo ibas a tocar vos!-. Se larga a llorar de desconsoladamente. Miro hacia todos lados en busca de respuestas y no la encuentro. Mi garganta está ahorcando por dentro. La saliva, que trago cada dos segundos, es como un alambre de púas. Corro hacia su habitación y apoyo con mucho temor mi mano sobre el picaporte de la puerta de madera oscura. Esa misma que suelo abrir cuando vengo a visitarla de sorpresa para cantar a dúo las canciones de Guns And Roses.

Son cinco personas, entre ellas su mamá, que lloran muy fuerte. La señora me abraza mientras sus lágrimas caen como lluvia sobre sus mejillas. Ella agarra las mías con las palmas de sus manos y me habla –No podés imaginar cómo estoy. Se me parte el corazón en dos. No puedo entender porque me pasó a mi ¡Porqué, dios! ¡Porqué! ¡Maldito sea ese hijo de puta que se la llevó puesta!- Se tambalea y cae sobre los brazos de su hermano. El techo se acaba de desplomar sobre mí. Lloro y lloro con lágrimas pesadas y saladas. Abro la puerta de la pieza, me quiero ir pero no sé a dónde. Camino por el pasillo rumbo al living en donde está la tía. Miro hacia atrás y veo el oso de peluche solitario junto a una carta al lado, sobre la cama cubierta por el acolchado rosado. Frente a mi hay una tele encendida con el noticiero. Conozco ese lugar, conozco esa casa. Conozco ese auto. El  Fitito blanco quedó hecho pelota.


 El balcón de mi Julieta se está acercando. Me quema la garganta como si estuviese tragando un carbón al rojo vivo. Veo el barrio y mi historia desde acá arriba. Puedo diferenciar esa plaza y hasta logro ver ese banquito. Llueve demasiado. Me siento sobre la baranda de madera totalmente empapada. Me balanceo de a poco mientras veo como los autos pasan por la avenida. Portate bien Gringuito, te voy a extrañar. Ella me espera.    

lunes, 17 de agosto de 2015

¡Al gran Pueblo Argentino, salud!


El brillo de la luna llena ilumina la parte trasera de una botella transparente que viene rodando lentamente en forma circular hacia mí. ¡Por fin, después de tanto tiempo, La pude agarrar de un solo intento! La enganché justito al pisarla con el borde externo de la suela de este zapato viejo. Ahora lo de siempre ¡Fondo blanco y arriba!

No es nada fácil quedarse custodiando el barco del General Hípolito Bouchard cuando el cielo está completamente oscuro como si estuviéramos flotando sobre la atmósfera mientras las estrellas y la luna son las únicas compañeras para un pobre tipo como yo que sueña, cuando puede dormir, con regresar a casa y darle un abrazo fuerte a Isabel y a Tomás mientras vemos como los chispazos de los carbones ardientes saltan como locos esperando que un trozo de carne se recueste sobre la parrilla para luego disfrutar de una rica comida que siempre les preparo cada vez que regreso de estas largas aventuras marinas. Ahora solo veo a la redonda, blanca y brillante sobre mí y siento que dentro de poco ese sueño va a hacerse realidad después de estar más de dos años sobre un pedazo de madera de cuarenta metros de eslora que navega sobre el agua. Mi botella de ron flota, al ritmo lento y calmo de las olas y con el pico hacía arriba. El único sonido que puedo captar es el del agua golpeando contra el timón. El frío me hace congelar el pecho pero por suerte tengo más ron para usarlo como estufa contra el viento helado de este invierno eterno que me hace recordar a aquel que nos acompañó mientras atacábamos desde una humilde lancha cañonera, con el descocado de Bouchard, las naves del Virrey Elio en el medio del Paraná. Todavía pienso que Hipólito está un tanto loco ¡Es más! ¡Creo que hasta habrá escuchado el sonido de mi botella impactando sobre el silencioso mar! Así es el capitán, un hombre que siente su fragata como si fuera una parte de su cuerpo. El mínimo impacto o el ruido más pequeño ponen en alerta al estricto Bouchard. Para el, todo tiene que estar en orden y todos los marinos que estén en la fragata Argentina deben comportarse y obedecer al pie de la letra sus órdenes como así lo aprendió de su ex capitán y amigo, Guillermo Brown. Antes creía que nuestro Hipólito era un demente y un salvaje que peleaba con sus propios compañeros hasta asesinarlos por la sola razón de hacerse respetar, cosa que hizo bajo el mando de Brown y también siendo capitán como en aquella noche del 25 de junio cuando estábamos a punto de partir con este mismo barco, discutió con su propio ejército por una sospecha de traición y todo terminó en una pelea que debió ser reprimida por la infantería de la marina con el saldo de dos muertos y cuatro heridos graves. Luego Echeverría destrabó el conflicto al darse a la luz que los asesinados y lastimados tenían verdaderas intenciones de quedarse con el motín. Por eso finalmente se aprobó la partida de La Argentina hacia el continente africano Pero Hipólito también encontró bastardos a bordo porque en otra noche, parecida a ésta, cuando íbamos rumbo a Madagascar por el océano pacifico, un sonido extraño de varias botellas de vidrio chocando de forma “intencional”–Como me lo contó el al día siguiente- se holló desde la bodega, lugar donde nadie debería estar a esas horas de la madrugada, y fue ahí donde descubrió una incendio que rodeaba a una gran cantidad de botellas de ron que hervían y estaban a punto de estallar en cualquier momento. Bouchard comenzó a los gritos y nosotros fuimos corriendo hacía el sitio para ayudarlo a apagar ese el fuego que podía tranquilamente provocar una catástrofe en el medio del mar. Por eso digo que, a pesar de su locura, gracias al General hemos sobrevivido a grandes peleas y triunfado en varias batallas que parecían imposibles de ganar ¡En fin! Creo que todos los marinos que estamos ahora mismo dentro de La Argentina volvemos a nuestras tierras como héroes por las agallas y la frialdad puesta en momentos duros aprendidas del capitán en estos años a bordo.

Las gotas de ron que caen del pico al sacudir mi segunda botella dada vuelta me avisan que ya es suficiente por hoy. Pero tal vez sea ésta mi última noche vistiendo este elegante uniforme azul reglamentario que Brown nos obligó a usar desde la última aventura marítima en pleno territorio guaraní, así que una botella más no creo que perjudique mi guardia. Así que arrojaré una vacía e iré a la bodega por una llena. No quiero que el capitán me descubra bebiendo a bordo y mucho menos cuando cubro mi puesto de trabajo. La última vez que vio a un marino bebiendo sin su autorización fue en la noche previa a la reunión con el rey Kamehameha en las islas de Hawai. Sergio Espora estaba cumpliendo mi roll actual hasta que tuvo la mala suerte de caer sobre una de las tantas botellas vacías que giraban al ritmo de las olas por el suelo de madera mojado por la leve llovizna y generó un alboroto que hizo que Bouchard saliera rápidamente de su habitación con espada en mano haciendo estallar fuertemente su puerta al cerrarla con bastante rabia acumulada. El capitán llegó a la popa, levantó a Sergio de un sacudón y empezaron a discutir un largo rato por debajo de mí, que permanecía concentrado haciendo guardia en el carajo: -Espora, ya le he dicho que la concentración es el mejor escudo ante los ataques enemigos, señor- Hipólito retrocede unos pasos dándole la espalda al ebrio, comienza a caminar ida y vuelta con pasos tranquilos y serenos mientras sostiene la empuñadura de la espada que permanece colgada en su cintura, dentro de la funda. Bouchard lo mira a los ojos y le dice –Usted se ha comprometido a través de su palabra a defender nuestra bandera que cuelga allí arriba- La señala con el dedo –Y sabe, además, que está totalmente prohibido beber cuando se está ocupando un rol tan importante como lo es la vigilancia en aguas ajenas. Creo que la experiencia que tuvimos con la sorpresiva aparición de los piratas malayos nos sirvió de lección para tener más vigilancia en nuestra nave- Sergio parece estar mareado y cansado de las órdenes del capitán. El ron en la sangre lo hace reaccionar sin pensar en sus consecuencias –Capitán, escúcheme lo que le voy a decir- se ríe –Los piratas nos sorprendieron porque usted, Hipólito, estaba distraído peleando con uno de los nuestros. Aparte usted sabe que lo único que sabe hacer bien en esta nave es asesinar marinos- Bouchard se le acerca y le grita enfurecido –
¡Espora, espero sus disculpas de inmediato para luego continuar con su labor, señor!- Sergio lo empuja, le pega una bofeteada en su cachete derecho y lo invita a un duelo –Sabe que tengo razón, Bouchard ¡Lo sabe!-.

Finalmente, nuestro compañero Espora tuvo el mismo fin que la botella que acabo de tirar hace un segundo. La única diferencia es que Sergio no sabía nadar y mucho menos con una puñalada en su hígado derecho. Ahora, su puesto está ocupado por mi compañero nocturno, Kekoa Makani. Un muchacho de piel oscura, pelo largo y con una inmensa barba que fue proveído, junto a noventa y nueve marinos hawaianos más, por el Napoleón de la Polinesia Kamehameha a Hipólito Bouchard durante un acuerdo.

Somos cuatro los que estamos vigilando el mar oscuro y tenebroso para muchos. Pero tranquilo y sereno para nosotros, los que ya hemos pasado cosas peores. Kekoa se encuentra en el carajo, Ditry está en la proa junto a Donatien y yo estoy supuestamente en la popa. Pero ahora camino lentamente por el interior de la nave en busca de más ron para brindar solo y sin vaso en este último viaje con destino asegurado. Los únicos movimientos en el interior de la nave son del os guardias y de algún otro marino con insomnios que de vez en cuando sale a tomar un poco de aire fresco mientras mira la luna. Estoy seguro de que todos tenemos la mente en la familia y en nuestra gente que nos espera con los brazos abiertos en tierra Argentina. Lo primero que haré al llegar a casa es alzar a Tomasito que posiblemente se quiera escapar porque ya debe caminar con cierta dificultad como un marino ebrio que intenta llegar a su habitación después de beber de más en un festejo pos batalla ganada.

Tengo el ron en mis manos y veo delante de mí un cielo diferente al que había visualizado antes de ingresar a la bodega y luego pasar por el baño para orinar. La botella la tengo colgando hacia el mar mientras estoy apoyado en la baranda de madera de la popa. Parece que en un par de horas el sol estará saliendo por el este y ahí estaremos ansiosos observando rastro de tierra. Arriba mío, a oscuras, flamea una bandera celeste y blanca que encariño a muchos en este largo extenso viaje. A pesar de las duras batallas, la bandera celeste y blanca jamás abandonó su lugar. Bouchard ordenó colocarla allí el día que La Argentina salió del puerto y jamás fue retirada ni siquiera dañada. Pensar que dimos la vuelta al mundo en medio de continuos trabajos y peligros; perdimos y ganamos marinos; sofocamos un incendio a bordo; impedimos el tráfico de esclavos en Madagascar; derrotamos piratas malayos en Macasar; hemos bloqueado a Filipinas; dominamos parte de Oceanía imponiendo la ley; rescatamos un buque de guerra de la Nación y hundimos más de veinticinco buques enemigos, siempre con nuestro símbolo bien alto en el mástil de esta popa que tengo al lado mío.

Escucho que unos pasos provenientes del interior de la nave se acercan lentamente por detrás. Pienso que que es uno de los vigilantes y escucho –
Marino Espora ¿Todo en orden?- Quedo por un momento petrificado al reconocer esa voz tan conocida que escuché durante mucho tiempo. Suelto la botella de ron aprovechando el golpe de una ola, me doy vuelta y respondo –Si, capitán. Todo en orden- Hipólito contesta –Correcto, Espora. Ha hecho un excelente trabajo. Usted es un buen hombre y merece ser recibido de la mejor manera. Creo yo que usted, Tomás Espora, es un ejemplo de valor, audacia y valentía. Fue un placer navegar con un señor con un gran coraje. Sépalo- Y el capitán se retira sin dejarme responder, ni dar las gracias.

El sol parece asomarse de a poco en el horizonte. Los marinos están de a poco levantándose de su última noche a bordo. Muchos de ellos ya miran hacia adelante en busca de tierra. Este es el momento en donde la ansiedad parece jugar en contra y hace más eterno este viaje eterno. Yo ya quiero ver a Isabel y a Tomasito Espora para abrazarlos. Luego, al pasar de los días, les comunicaré la mala noticia. Fue una lástima arrojar esa tercera botella al mar. Pensar que en dos años es la única vez que tiro un ron entero. Veo la botella flotar con el pico en dirección hacia arriba. Jamás imaginé que no se iba a hundir con el líquido adentro. La tengo frente a mis ojos y observo como una leve ola la golpea y la lleva lentamente hacia el fondo del mar ¡Salud, hermano!

sábado, 9 de agosto de 2014

Yo no viajé solo en ese bondi



Era viernes a la noche. La luna redonda, blanca y brillante como una lámpara china era la única iluminación de las calles de Nirag. Todo estaba muy tranquilo y sereno. La gente ya soñaba desde sus camas con ese tercer mundial que no se pudo conseguir. Los locales estaban detrás de sus cortinas de metal con graffitis tontos y hasta bizarros. Una luz roja y azul de algún patrullero se veía muy a lo lejos.  El viento me venía de costado y me pegaba en la oreja derecha haciéndome congelar esa parte de la cara. Mi campera y mi gorro de lana gris comprado en la tienda de Chacho eran la única protección de la briza invernal. En fin. Después de caminar seis  cuadras, recuerdo que apoyé el traste contra la pared para esperar el bondi. El último de la noche. Si lo perdía, sonaba. Sé que estaba con bronca, porque tenía la sensación de que ya no había más colectivos. Pero bueno, no pensaba volver a casa y perderme juntada con los pibes. No tenía ganas de estar toda la noche en mi cuarto viendo boludeces en Youtube. 

Miré mi reloj de aguja aprovechando que la luna alumbraba un poco y ví que eran las 11 de la noche. En ese momento escuché a alguien putear. -¡Que colectivo de porquería, siempre lo mismo. Dice que viene menos cuarto o menos veinte pero cae cuando se le canta el culo!-. Era Chacho con la ropa blanca del laburo y se acercó para hablarme -¿Cómo andas, pibe? ¿Hace cuanto estás esperando? ¡No lo vas a poder creer, nene! Se me rompió el Ford ¡Me quiero matar!. Le respondo -¿Pero usted no trabajaba a la mañana Chacho?.  - Si, pero vengo de tomar un par de copas con los muchachos y pasé por casa para decirle algo a mi mujer. Igual... Total, mañana no creo que labure-.

El ruido del bondi se escuchaba a lo lejos.Se vino acercando lentamente hasta iluminarme la cara en ese barrio oscuro. Chacho subió primero y "saludó" al conductor -Siempre lo mismo ¡Eh! ¿Porqué no ponen mas colectivos en la linea? ¿Porque no hay choferes como la gente?-

Pasé la tarjeta Sube por el aparatito y la pantalla me marco menos diez. Ese número tan lindo en el Chinchón pero tan desagradable para el boleto, el de vuelta. -¿Cómo me iba a volver?- Bueno, no importa. Recuerdo que me subí, me senté en el primer asiento y arrancó el bondi.
.
Ya estábamos en pleno viaje hace más o menos media ahora. Fue ahí donde miré para atrás y vi que Chacho había desaparecido. -Seguro se bajó en la parada anterior. Ni lo saludé, pobre tipo- Pienso -Eso es por estar escuchando música con los auriculares a todo lo que da-. Pensaba, en ese momento mientras escuchaba un temazo de AC-DC, en la revancha del PES en la Playstation de mi amigo, Coco. Íbamos por la ruta. El chofer me miraba de reojo. Pensé que capaz creía que le iba a afanar, pero nada que ver. El bondi dobló raro y eso me llamó la atención. Nos estábamos metiendo por otro lado. -¿Porque agarra por acák maestro?- Le dije al muchacho. -No, amigo. Doblo porque si agarro por Panamericana es un quilombo. Me dijeron recién que se hicieron mierda dos en la ruta y esta todo estancado.- Respondió mientras metíamos por colectora. Yo jamás había pasado por ahí.

En ese momento, mientras íbamos por las calles empedradas o agujereadas -No recuerdo bien- Empecé a escuchar el sonido timbre naranja del fondo. Sonaba sin parar. Una y otra vez.  La cara del chofer interpretaba lo que estaba sintiendo yo en ese momento. Sentía una especie de escalofrió que me paralizaba el corazón. Suspiré de golpe. El colectivero frenó el bondi y me miró haciéndome montoncito con su mano derecha mientras me observaba con sus ojos saltones de pánico. No me dijo nada pero sentí que con sus labios mudos me decía algo como -¿Qué carajo pasa?-. Moví mi cabeza de un lado a otro en forma de negación y subí los hombros para responderle en su mismo idioma. El timbre se detuvo, el colectivo estaba parado y no arrancaba. Las luces del interior del bondi prendían y apagaban. El motor no respondía. El timbre no sonaba. Todo era silencio en ese barrio desconocido de Márquez.

Aburrido, observaba a través de la ventanilla de mi derecha que solo reflejaba el interior del colectivo que aparecía y desaparecía por motivo de esas luces que no se quedaban quietas. Miraba un paredón blanco que solo era iluminado por el bondi. Fue ahí donde de repente todo se puso oscuro y en aquella ventana, una cara pálida y borrosa de un hombre apareció frente a mi. Salté del susto y le conté al chofer lo que vi.  El tipo se reía para no llorar. El estaba más asustado que yo. De golpe, el sonido del motor hizo que nos vuelva el alma al cuerpo ¡Arrancó!

El recorrido continuó y el tipo, en medio de tanto silencio, me habló -Se ve que aflojó el tráfico pibe. Mejor nos metemos de vuelta a Panamericana. Acá esta todo raro- Dijo mientras una risa sacrificada se reflejó en su rostro. Todo parecía volver a la normalidad. -Seguramente fue una boludez mia- Pienso mientras subimos con el colectivo para retomar la ruta. Pero apenas dejamos colectora el timbre volvió a sonar y el bondi se volvió a parar. Esta vez nos quedamos clavados en una parada sobre Panamericana. Entonces fue donde ambos tomamos la decisión errónea de ver para atrás. El hombre de la cara  blanca estaba parado en la puerta de atrás, como a punto de bajar. Nos miró con una sonrisa burlona y aterradora. El chofer le abri. El hombre bajó y se dirigió caminando lentamente hacia delante del colectivo. Había un Ford destruido. Miro entonces a mi izquiera. El colectivero estaba tirado sobre el volante con pedazos de vidrio en su cabeza.

domingo, 20 de julio de 2014

Crónica Youtubers.


maritokidsGanjaZombies



¿Quiénes son los Youtubers? ¿Por qué hablar de ellos?

Simplemente porque es la nueva generación de talentosos, humoristas, actores, músicos, periodistas o investigadores. Existe un lugar en donde, como dirían en Art Attack , no hace falta ser un gran experto para ser un gran artista. Youtube es un curriculum 2.0, una fuente enorme de trabajo, un sitio en donde se puede soñar y, lo mejor de todo, eso soñado se puede cumplir.

El otro día viajaba en el subte H y, en un momento, entre medio de toda la multitud subió un tipo con un gorro jujeño, una quena y empezó a tocar canciones típicas de la provincia. Luego de su show subterráneo, el hombre comenzó a contar chistes y a interactuar con los pasajeros del H, su público. Realizó lo que ahora llaman “Stand Up”. La gente se mataba de risa. Entonces fue ahí donde pensé: “¿Qué pasaría si este tipo tan talentoso fuera capturado por una cámara y ese video fuese subido a internet?”.

Por ejemplo, existe un youtuber llamado “Publete” que se avivó hace un par de años y arrancó a filmarse con su cámara de baja calidad. Al principio le fue difícil alcanzar “El éxito”, pero después de subir, subir y subir material a la web, el muchacho se hizo muy conocido en la web. Ahora ya es todo un humorista y hasta arma guiones para darle un toque más profesional al asunto.


- “Siempre fui  de esos tipos que se cagan de risa de todo. Desde chico siempre rompía las pelotas en clase y hacía pavadas todo el tiempo. De la nada me empecé a filmar. Entonces arranqué a subir boludeces y la gente se fue copando.  ¡ojalá me pagaran mucho por esto! Yo laburo en un laboratorio. Hubo una etapa en la que hacía monólogos y esas giladas en público (Stand Up), pero como que después anduvo todo muy flojo. Aparte me daba paja armar toda la rutina y terminé dejando..."

Pablo o Publete sube videos con contenido 100% humorístico en donde realiza un monólogo guionado y armado (por más que no parezca) hablando sobre las cosas de la vida cotidiana, temas de actualidad y críticas sobre películas. Cada video no baja de las 30 mil reproducciones.

La cantidad de reproducciones y el boom de youtube se debe también a la interacción con sus seguidores:  Cualquier persona puede comunicarse con el “artista” de forma inmediata, ya sea comentando debajo de la descripción del mismo video o a través de redes sociales. Es muy común ver a un youtuber pedir a su público  ideas para su próxima “presentación” o “Show” en cámara. 

El Youtuber se puede parecer mucho al muchacho del subte: Uno muestra su material en la calle y el otro en la “Avenida Youtube”. La única diferencia es que al pibe de la quena lo ven menos de sesenta personas (si hace el show en hora pico) y al otro todo el mundo.

Dejamos el subte y volvemos a internet:  Otro de los que se suman al “youtuberismo” es Brian Chodis, integrante de “Marito Kids”(canal de Youtube que contiene videos parodiando bizarramente al viejo canal de cable de dibujos animados “Magic Kids).


–“Nosotros rompemos los huevos todo el día, pero también queremos ir mejorando y no mostrar siempre lo mismo porque va a llegar un momento que va a cansar. Nuestros videos son casi todos improvisados y locos. Son cosas que pasan en el momento y se filman. Hay mucho material que no sale a la luz, por suerte jajaja. Pensamos seguir creciendo. Tenemos varios proyectos en mente, la idea es sumar más gente, como por ejemplo actores, para no plasmar siempre el mismo estilo. Nuestros seguidores se puede cansar de reírse de las mismas cosas o peor, nosotros nos podemos pudrir nuestro contenido”.

Pero no todo termina en un reproductor de video. También existen unos tales eventos públicos en donde los seguidores pueden encontrarse con sus “ídolos”. Si, si. Así es.

¿Qué es un evento de youtube? ¿En donde se realizan?

Los protagonistas (Youtubers) se ubican sobre el escenario de una plaza, una sociedad de fomento o un teatro. Allí e coloca una pantalla gigante donde se muestran sus últimos videos ante el público. El evento tiene un conductor (puede ser de youtuber o no) que presenta a cada uno de los protagonistas y los hace salir del telón negro que se encuentra de fondo para que sean visto por la gente. La ovación que reciben es de no creer.
El show comienza con una presentación filmográfica que recopila varios videos de cada uno de ellos y luego de ser nombrados, cada “artista” muestra su gracia: Un monólogo, un show musical o simples payasadas, pero siempre con un código que solamente el youtuber y sus seguidores conocen.
El público es de lo más raro que vi. Las edades van desde los doce hasta los veinti y pico de años. La mayoría son fanáticos del animé (dibujos animados orientales), son nerds, gamers (fanáticos de los videos juegos) y personas con apariencia muy diferente al de un hincha de ferro en una tribuna del nacional B. Pero hay que aclarar que la mayoría son macanudos


 “Lo más lindo es cuando ves a la gente gritar y ponerse contenta. Muchos de ellos son fanáticos del animé o de los videos juegos y quizás no son de salir a la calle a jugar a la pelota. Bueno, como yo. Hay chicos que sufren de bulling en el colegio y son humillados en varias ocasiones, pero de a poco esta moda va creciendo cada vez más y estos pibes sufren cada vez menos. Yo era y soy uno de ellos, lo que quiero demostrar es que uno tiene que ser como es y no tiene que tener vergüenza de eso. Si te gusta la cumbia, te gusta la cumbia, si te gusta el rock, te gusta el rock y si te gusta ser nerd, sos feliz siendo nerd”. Skyko Mastrangelo, cantante de rap e integrante del canal de youtube “Ganjazombies”.

Estos eventos se hicieron y se siguen realizando en plena capital federal, pero la gran repercusión de este loco movimiento “cibernético público” se está trasladando a varios sectores de la república Argentina, sobre todo en las provincias limítrofes a Buenos Aires. La mayoría de las invitaciones se hacen vía facebook y demás redes sociales y, como todo currito, la entrada puede ser gratis o puede tener valor que varía entre los 20, 50, y hasta los 80 o 100 pesos. Depende el lugar.

¿Se puede vivir siendo youtuber?
Como todo, Youtube es un gran negocio mundial. Existen empresas que trabajan especialmente para este sitio web. Estas compañías internacionales brindan un servicio: “Contratar” Youtubers que tienen un gran número de reproducciones y pagarles una X cantidad de dinero por cada video subido.

Nosotros nos especializamos en ayudar a que los Youtubers logren los más altos ingresos posibles por sus videos y esfuerzos en Youtube. En Partner Global Media nos especializamos en ayudar a que los Youtubers logren generar los más altos ingresos (dinero) posibles con sus canales de Youtube.  
Jimena, representante oficial de Partner Global Media.

Santiago vive en Santa Fe y tiene un canal llamado “TF2FS” que está dedicado especialmente a los videos juegos. El captura desde su ordenador todo lo que va jugando, luego edita el contenido (separandolo en partes) y sube todo a internet. Sus videos tienen alrededor de 5.000 reproducciones cada uno y hace poco superó los 60,000 subscritores. Santiago, como muchos youtuber conocidos, es Partner.

 “Siempre jugaba a los videojuegos en casa y un día me quise transformar en un creador de Gameplays (graba lo que juegas). La idea era pavear un rato y compartir el video con mis amigos. Un día subí uno sobre el Minecraft (el video juego furor del momento) y me llené de reproducciones de la nada. Desde ahí mis videos se empezaron a verse más. 
Una vez mi amigo me comento de algo llamado Machínima, entonces me metí a investigar por internet y mandé un mail con videos míos para ver que decían. En un par de días me respondieron y, después de chatear con ellos, como vieron que tenía muchas reproducciones, me transformé en un Partner y por mes recibo una especie de sueldo. No te puedo decir cuánto me pagan, ya que la empresa no me lo permite, pero no es casi nada, es una pequeña ayuda económica. Está muy, pero muy lejos de un sueldo básico de acá (por Argentina).”


Las ganancias económicas no son fijas y todo depende del número de reproducciones que llegue a tener el video. Se dice que un Partner básico cobra aproximadamente 2 dólares por cada 1.000 visitas. Aclaremos que solamente se abona por reproducciones y no por suscripciones o “Me gusta”.



“ElRubius” (Youtuber esapañol) es uno de los canales más vistos del mundo. Cada video que sube tiene aproximadamente 600.000 reproducciones. Entonces, si “ElRubius” sube un video por semana estaríamos diciendo que ganaría por mes alrededor de 3.712 Euros. Pero hay que reconocer que además de publicar su contenido también realiza eventos y tiene la pequeña ventaja de ser mundialmente conocido. Esto hace que muchas empresas (sobre todo agencias publicitarias) quieran trabajar con el.

Youtube me parecía simplemente un sitio de internet más, en donde se subían videos por diversión como cualquier actividad que está de moda, pero eso era solamente la punta de un glaciar que escondía por debajo grandes cosas: Entretenimiento, eventos multitudinarios, artistas exitosos y otros no tanto, gente macanudamente extraña, publicidad, negocios, dinero, fama y mucho más.

Según mi punto de vista, al igual que el de todos los Youtubers entrevistados, Youtube es lo más cercano a suplantar la televisión. Hoy en día este sitio web es una las causantes de que el público televisivo disminuya y que la tv quede como electrodoméstico secundario dejando en el primer lugar a la PC. Deportes, espectáculos, música, diversión, noticias, información, video juegos, películas y Youtubers… Todo está en youtube.

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AGRADEZCO A:

Pablo Martinez (Publete)
Skyko Mastrangelo (Ganjazombies)
Brian Chodis (Marito Kids)
Santiago (TF2FS)
Jimena (Representante oficial de Partner Global Media)
Oscar Marcosi (Organizador de eventos)


Y... a "ElRubius" que no respondió. Pero le agradecemos igual.


viernes, 14 de marzo de 2014

La mina más dificil.

Tan rara, tan hermosa, tan triste, tan angustiante, tan relajante, tan desesperante. Ella es así, cada día me sorprende más y más. Hay días en que ella aparece de repente, sin avisar, sin asomarse. Simplemente aparece de la nada, como aquella visita de una persona que cae de sorpresa y te toca la puerta. Pero no es así, porque si ella tocara la puerta, uno tendría la decisión de recibirla o no, de hacerla pasar, de dejarla afuera o hacerla esperar hasta que llegue el momento de darle el paso a su ingreso. Muchas veces no la entiendo, no se porque es así, si yo no quería que venga, si no la llamé. Ella puede ser muy buena, una excelente compañía, la mejor acompañante del mundo y así hacerte pasar un excelente momento. Acompañándote en esos instantes de creatividad, de cantar con vos y hacerte de coro cuando haces un tema con la guitarra, de observándote como escribís en tu computadora, de ver como leés, escuchas música o bailás y, porque no, de cebarte un mate. Pero así como puede ser la mejor de las mejores, muchas veces, el otro cincuenta porciento de ella, puede ser la persona más negra, oscura y tenebrosa que pueda existir, cuando te hace sentir muy mal, te hace llorar sin causa, te hace ir al baño o habitación para mirarse en el espejo junto a vos, te hace terminar en un sillón, acostado boca arriba sin saber a donde huir, a verte sufrir frente a una computadora, a enloquecerte, a cambiar ese mate por tragos fuertes y demás cosas tóxicas que juegan con tu vida o, hasta tu muerte. Ella es así, yo la conozco y la conocí, viví mucho tiempo con ella, a veces vuelve, pero hay que saberla llevar. Muchas veces le abrimos la puerta porque no conocemos a otra persona o, tal vez si. No lo se. Ella se llama Soledad, seguro la conoces, muchos ya me confesaron que la conocen...

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jueves, 5 de diciembre de 2013

Don Zapata, un hombre de palabra.



La Rioja, 1960.. y pico: 

Tenía 17 años, estudiaba en el colegio Normal Comercio Nocturno y vivía con mi tía en la calle Urquiza casi esquina Buenos Aires. Recuerdo que a dos cuadras había un mercado municipal, y al lado de este un almacén "Todo suelto" que vendía absolutamente de todo. El negocio de barrio lo atendía un anciano de setenta años, el señor Don Abdón Zapata, al que yo le daba una mano con el tema de acomodar la mercadería cada vez que la necesitaba. Don Zapata atendía a cualquier hora. Le golpeaban la puerta y el no tenía drama. Siempre sonriente, Zapata.

Yo era un amante del fútbol.  Los domingos siempre jugábamos unos campeonatos y el señor almacenero salía con nosotros para llevarnos a la cancha en una camioneta Chevrolet del año 60. El era como nuestro "Representante" y, como vivía solo, nos compraba las camisetas y nos daba los botines "Fulvense", esos que eran de tela con tapones de forma. Zapata era feliz con sus chicos. Se divertía festejando cuando se ganaba y actuaba de levantador de ánimos cuando las derrotas aparecían en escena.

El tema es que un día aterrizaron en su almacén dos personas muy bien vestidas con la propuesta de comprarle el establecimiento ¡Si, así de la nada! Ofreciéndole como cinco mil pesos en mano, una suma importante en ese tiempo. La suma ofrecida de aquellas dos personas era aceptable y seductora. Estoy seguro que cualquiera hubiese dicho que si. Pero Don Zapata, sin dudar ni un segundo, la rechazó y los tipos tuvieron que retirarse sin decir ni "A".

Dos años después, con el viejo local mantenido a pulmón pero todavía de pié, apareció otro negociador con otra propuesta mucho más interesante, el triple de lo que le habían ofertado aquellos dos tipos en esa tarde. Don Zapata, otra vez sin dejar un margen de duda, le dijo que no. Que ni muerto vendería el local ¡Y otra vez sopa! La puerta del almacén se abrió y se cerró. No había forma de que Zapata entregue su local.

Los años siguieron pasando y yo ya vivía en Córdoba. Un día fui a visitarlo en época de carnaval y el ya había pasado los ochenta años. Recuerdo que estuvimos charlando cosas de la vida un largo rato y que en el medio de la conversación me confesó que tenía un hijo, al que no veía hace más de veinticinco años, con el cual había tenido una mala experiencia al enterarse de que le robaba plata de su ropero  y por este motivo su crío al ser descubierto tomó la decisión de abandonar el hogar y dejarlo solo. En ese momento, mientras hablábamos, entró al local un tipo con un portafolio color negro deseándonos buen día y diciéndole a Don Zapata que un empresario había comprado todo los locales de la manzana, salvo su almacén y que estaba dispuesto a comprar el almacén con una cifra cinco veces más alta que la última oferta propuesta. Les digo la verdad. Yo pensé que Don Zapata, por lo menos, iba a analizar la situación pero no. El dueño del negocio, con una leve sonrisa, le respondió lo que ya había respondido más de una vez: El local no se vende. Por ende, con maletín y todo, el nuevo empresario tuvo que decirnos "Buen día" de nuevo e irse.

Al año siguiente pude regresar nuevamente a La Rioja y obviamente pasé a verlo a Don Zapata para compartir otra de esas increíbles charlas. Esa vez me encontré con el almacén cerrado y con un Zapata muy enfermo en su cama con sus dos nietos al lado, era la única familia que le quedaba. Yo me encontraba sentado en una silla junto ellos.

Fue ahí donde Don Zapata miró los ojos de sus nietos y les pidió su único deseo: No vender nunca ese local en donde pasó toda su vida. En ese momento me entero a través de la boca del almacenero el porqué de los rechazos a tantas tentadoras ofertas. Resulta que Zapata seguía cumpliendo su palabra. El le prometió a su señora Doña Sara que jamás vendería el almacén. De esta manera fue que supe que su mujer había fallecido cuando Don Zapata tenía cincuenta y cinco años. El eterno almacenero le dijo a su su señora que nunca en su vida vendería los inolvidables recuerdos que quedaron en ese establecimiento inaugurado y mantenido por un matrimonio eterno.

Al otro día, después de agonizar durante horas, Don Zapata entró en coma y nos dejó. Todos los que habíamos compartido reuniones, anécdotas y grandes momentos con el lo despedimos con gran tristeza. Fue un momento fuerte. Se podía ver a mucha gente conmovida por tan desgraciado hecho.  Pero al salir del cementerio observamos como sus nietos, con una sonrisa marcada en cada uno de sus rostros se acercaban a ese empresario, al que Don Zapata tantas veces le dio el No, para firmar la venta del establecimiento.

Don Zapata se habrá revolcado en la tumba. Hoy en día su almacén ya no existe más. Ahora es un centro médico. El demostró que ni todo el dinero del mundo pudo retorcer su palabra empeñada. Por eso lo recuerdo con tanto cariño.

Captura final de la carta escrita a mano por Carlos Godoy (Firma), amigo de Don Zapata.

viernes, 8 de noviembre de 2013

Navegando con ficción sobre la realidad. (Polar Mist)

"Navegando con ficción sobre la realidad" es un relato al que dediqué el tiempo  a investigar todos sobre este hecho sucedió en pleno mar. Todos los datos que se encuentran en el texto son absolutamente reales (Nombres de los protagonistas, objetos, datos geográficos,etc). La historia es ficticia, pero navega sobre hechos cien por ciento certeros. 


"Navegando con ficción sobre la realidad..."

Trabajaba lunes a viernes en un diario de mi ciudad, donde redactaba varios tipos de noticias y realizaba pequeñas entrevistas. Me sentía muy cómodo en mi primer empleo como periodista, pero me considero una persona dinámica, que siempre quiere ir más allá de todo buscando nuevas metas y grandes desafíos. Continuamente  tenía en la cabeza la idea de hacer un relato o un gran trabajo de investigación sobre algún tema, donde se cree tal repercusión que la gente lo comente hasta con sus compañeros de trabajo. Disfruto de  hacer entrevistas y ver al entrevistado contándome anécdotas de algún viaje que realizó por algún país, o de alguna situación incómoda que le tocó vivir, y obviamente de algún momento hermoso e inolvidable que sintió alguna vez.
Era Viernes, salía temprano del trabajo, me abrigué con un saco marrón oscuro, tomé la mochila y caminé esas cuatro cuadras que me llevan hacia la parada de colectivo. Ya arriba del ómnibus, tomé un asiento individual, dejé reposar la mochila sobre mis piernas y comencé a buscar ese encantador libro que estaba por terminar de leer. Lamentablemente no lo encontré, fue ahí donde pensé que iba a ser el viaje más largo de mi vida, ya que no tenía ninguna distracción para esos 45 minutos a bordo. Entonces, como pasatiempo de cualquier pasajero, fijé la vista sobre el asfalto que elije pisar mi transporte. Allí fue cuando el paisaje de todos los días, el mismo recorrido matutino del mismo transporte se fue transformando en un lugar donde mi mente se abría y provocaba la expansión de  la imaginación: miles de experiencias que podría concretar y, entre ellas, la idea de comenzar con una investigación. Fue en ese momento donde saqué una hoja de mi carpeta anillada, sujeté una birome que se encontraba aislada de otros elementos de escritura, quién sabe por qué, y di inicio a plasmar en ese trozo de papel varios consejos que recordaba de las clases de periodismo gráfico que tuve en mi querida facultad.
¿Cómo empezar con una entrevista? ¿Qué se necesita para comenzar a investigar? ¿Qué tipo de vocabulario tengo que utilizar? Fueron algunos de los interrogantes que me acercaban a estos consejos. Tan concentrado estaba con mi posible primer trabajo de investigación, que al mirar nuevamente por la ventanilla, puede entender que a escasos cien metros debía bajar. Entonces guardé mis útiles rápidamente en la mochila y me levanté desesperadamente a tocar el timbre del colectivo para poder bajar.
Una vez parado en la firme superficie de las calles de mi barrio, fui dirigiendo los pasos hacia la casa familiar donde, ansioso, mi perro esperaba el regreso. Sentado en el sofá con la computadora entre mis manos, café mediante, comencé con la maravillosa búsqueda de un tema para investigar imaginando cada suceso que me acercara a la plenitud en el desarrollo. Fue un día muy cansador, como cada día de trabajo duro, me recosté a descansar para luego seguir, pero sin darme cuenta, quedé dormido en mi propio sofá.
El sol que alumbraba mi rostro y el sonido de los pájaros me convencieron de que ya había pasado la noche y que un nuevo día había comenzado. Salí del hogar, recogí el periódico que apoyé sobre la mesa y, acompañado a un buen desayuno, fui en busca de noticias. Menuda sorpresa la mía, cuando entre las noticias más destacadas del Diario Clarín, me encontré con una que hacía referencia al hundimiento del  barco pesquero “Polar Mist” y que me llevó a pensar en voz alta  “¿Por qué tanta importancia?”.  Al leer completamente la nota, me di cuenta que todo era un misterio. El barco provenía del puerto Punta Quilla en Santa Cruz y llevaba 474 lingotes de oro provenientes de la mina Cerro Vanguardia de nuestra provincia. ¿Qué pasó? ¿Qué es lo que ocultan? ¿Por qué? Las autoridades no hablan, los marineros fueron devueltos a Chile. Silencio. Me quedé mirando mirando la pared, y junto a una sonrisa me dije a mi mismo "Yo lo puedo resolver".
Inmediatamente  tomé mi computadora portátil e ingresé a internet a informarme mas sobre esta historia y, porqué no, tener la oportunidad de conocer a  algunos de los protagonistas de este misterioso suceso en pleno mar. Tras varias horas de investigación frente al monitor, pude encontrar datos, entre ellos, el número de teléfono de uno de los tripulantes del "polar mist". Sin dudarlo, tomé mi celular, marqué su número y presioné la tecla de llamado, esperando una respuesta del ciudadano chileno. Finalmente me atendió, una voz grave y rasposa me contestó del otro lado. Estuvimos hablando un largo rato, cinco, diez, veinte minutos, intentando convencer al tripulante para que me de una pequeña chance de poder entrevistarlo, y así describirme más que ningún otro, como fue esa noche, que es lo que sucedió, como lo vio desde sus propios ojos, que fue lo que sintió y que recuerdos le quedaron. Durante la charla, el marinero comenzó a tartamudear, símbolo de nerviosismo o tal vez incomodidad al volver a tocar ese tema tan delicado que no muchas personas, que estaban aquella noche, logran relatar. El chileno aceptó, me dio ese si que tanto estaba esperando. Además de aceptar la entrevista, me invitó a su país para poder conocernos y charlar profundamente. 
No lo podía creer, sin pensarlo, ni analizarlo, mi investigación estaba tomando un rumbo que jamás podía imaginar. Tenia la invitación de uno de los protagonistas de mi historia, solo faltaba comenzar a narrarla. 
Con aprobación de mi trabajo, me dirigí hacia al aeropuerto para sacar los pasajes que me llevarían rumbo a Santiago de Chile, lugar de encuentro donde habíamos arreglado junto al ex tripulante del "polar mist". Ya estaba todo listo, dentro de dos días saldré de mi país y me encontraré cara a cara con él. Solo me faltaba armar mi valija y terminar el abanico de preguntas que tenía para el entrevistado. Fueron pocos días de investigación, pero muchas las horas de búsqueda y lectura. Todo valió la pena, finalmente el sacrificio, la ansiedad, la pasión y la experiencia adquirida de mis años de estudio y trabajo, en lo que es el periodismo,  facilitaron mucho más las cosas. Sin ésto, no hubiese conseguido ningún número de teléfono, ningún contacto y  mucho menos un pasaje de avión. Queda seguir buscando información, construyendo preguntas y adquiriendo más conocimientos para que la entrevista que realizaré dentro de dos días sea el mejor proyecto  que habré hecho en toda mi vida. 
Pasaron los días, las horas, los minutos y los segundos que tanto esperaba que pasen. Miré hacia adelante y una gran nave blanca transportadora de sueños e ilusiones esperaba a que me suba. Dentro del avión, me coloqué el cinturón de seguridad, apoyé mi cabeza en el asiento y miré hacia mi izquierda como me comenzaba a elevar. Increíblemente, el colectivo de aquella noche se convirtió en un gran avión, las calles son hermosas nubes acolchonadas y el chofer de la línea 60 es un piloto con camisa blanca y corbata. Ya estamos aterrizando, el viaje duró menos de dos horas, casi el recorrido habitual en ómnibus desde mi lugar de trabajo hasta mi hogar.
Finalmente estaba en el hotel, el clima es muy caluroso, sabiendo que estábamos en pleno Enero, no varía mucho con Buenos Aires. La gente es muy carismática, el paisaje es impresionante. Un hermoso lugar. Eran las siete y media de la tarde, dentro de muy poco iba a oscurecer. A dos cuadras de donde estaba alojado se encuentra un bar antiguo, lugar donde me encontraría al otro día a esa misma hora con el protagonista de mi historia. 
Pasé  esa noche en el hotel, estuve todo ese día armando un listado de preguntas en mi cabeza para llevar a cabo la entrevista. Me peiné, me coloqué una camisa celeste, un pantalón y unos zapatos bien lustrados y, junto a mi portafolios salí, y comencé a caminar por la vereda chilena rumbo al barcito de la esquina.
Llegué al local, abrí la puerta y me encontré con un lugar muy lindo que aparentaba tener mucha historia. Saludé al cantinero, deseándole buenas tardes, pedí un café simple y esperando mi pedido, fui a sentarme en una de las mesas del bar, justo al lado de una pared, donde estaban colgados varios cuadros de artistas chilenos y demás futbolistas reconocidos. Me distraje observando las pequeñas leyendas descriptivas que se encontraban debajo de cada figura popular. El sonido de la taza sobre mi mesa, logró que haga voltear mi mirada hacia adelante. Allí me encontré con una persona sentada al frente mio, que con una leve sonrisa extendió su mano derecha, en forma de saludo, y preguntó si yo era el periodista argentino que lo iba a entrevistar. Estrechamos las manos y le dije que sí, que esa persona era yo. Estuvimos dialogando un pequeño rato, hablando cosas simples, intentando formar un ambiente de confianza para que las charla fluya normalmente y sin ningún problema. Luego comencé con las preguntas: 
- ¿Qué puesto ocupas dentro de una tripulación? ¿Cuales son tus funciones?
- Soy Jefe de Máquinas. Allí dirijo, superviso y ordeno como deben funcionar la maquinaria necesaria para el funcionamiento del barco, dependiendo siempre del ordenamiento del capitán de la tripulación.

Me dí cuenta que el tripulante tenía ganas de hablar, estaba muy entusiasmado en contar su historia. Fue ahí, donde anule muchas de las preguntas que le  iba a realizar, y decidí preguntarle algo fundamental, una pregunta simple para que mi entrevistado comience a narrar de forma natural y logre contarnos detalladamente todo lo que sucedió en aquel viaje. Fue ahí donde le pregunté: 

- ¿Como fue esa noche en el Polar Mist?
- El 14 de Enero nos ordenaron que partamos desde Santa Cruz, rumbo a Chile. Era un viaje común y corriente como cualquiera de los que hacíamos de forma habitual, solo había que transportar la mercancía de un lugar a otro. Es muy simple decirlo, pero no fue tan fácil navegarlo.
Pasamos la última loche, antes de partir, en una cabaña muy lujosa, junto a mis compañeros de tripulación. Antes de acostarme a dormir, me senté en la cama de la habitación y agarré el teléfono de línea ,que se encontraba a mi derecha, para hablar con mi mujer y mis hijos, como lo hago habitualmente antes de cada viaje de estas características.
Pude dormir toda la noche. Me levanté muy temprano, salí de mi habitación para ir a desayunar al living. Recuerdo que recogí una bandeja que llevaba café, junto a unas medialunas de manteca, y me senté en la mesa, donde estaban los  demás muchachos. Allí había una radio que pertenecía al hotel, estábamos escuchando una canción de una banda de rock Argentina, que no me acuerdo como se llamaba. Luego del tema musical, los locutores del programa radial comenzaron a anunciar que durante toda la semana iba a haber mal tiempo, cargado de lluvias y tormentas. Muchas veces nos tocó viajar en estas condiciones, pero, para ser sinceros, mucha alegría y relajación no nos daba aquel anuncio.
Finalmente, nos dieron la orden para que carguemos nuestras pertenencias y nos dirijamos al buque. Obviamente obedecimos y salimos de la cabaña junto a mis 6 compañeros y un pasajero. 
Ingresamos al Polar Mist. Patricio, nuestro capitán, ordenó que prendiera las máquinas para arrancar el barco. Respetando dicha orden, pedí ayuda a Juan, el otro muchacho especializado en el funcionamiento de la maquinaria. 
Eran casi las 6 de la mañana, el cielo estaba muy oscuro, casi negro diría yo. Ésto lo habíamos observado todos, además del color del cielo, las olas no estaban del todo tranquilas. Hacía mucho frío, el viento era muy fuerte. Tan así, que una brisa de aire hizo que el gorro de mi compañero Pedro salga volando y se perdiera en el mar azul. Nos matábamos de risa todos, hasta el capitán dibujó una sonrisa, y eso que no es muy carismático que digamos.
En ese momento yo estaba controlando que todo este funcionando correctamente. Por suerte es un buen grupo de trabajo, donde la pasamos bien y hasta nos divertimos en algunas que otras situaciones. Son muchas horas estando juntos, esto nos hace conocernos más y saber la forma en que trabaja cada uno de nosotros, Pero todos somos personas totalmente capacitadas y tenemos la obligación de que el buque llegue correctamente al punto final. A destino.
Todo iba normal, ya habíamos pasado todo un día y una noche sin problemas. Desayunamos, almorzamos, merendamos, cenamos, descansamos, todo esto dentro del Polar Mist. Ya era jueves, segundo día a flote, el cielo seguía oscuro, las olas venían cada vez más fuertes, para colmo llovía, llovía demasiado. Estábamos totalmente empapados, lleno de agua, hasta dentro de las botas. Seguía con mi labor, recorría el barco viendo si alguien necesitaba alguna mano y si estaba todo en orden. Por suerte estaba todo bien, los chicos que estaban en guardia llevaban el mal tiempo con mucha tranquilidad. Esa mañana había desayunado poco, solamente fue una taza de café y nada más. Me estaba agarrando hambre, y se me ocurrió informarme cuanto faltaba para almorzar. Entonces me arremangué el buzo de mi brazo izquierdo y pasé el dedo pulgar de mi mano derecha sobre la pantalla del reloj para poder quitar las gotas que me dificultaban ver la hora. Vi que eran las doce y cuarenta minutos, y les avise a Pedro, un tripulante general de cubierta, que me acompañe a la cocina a buscar algo para comer. El aceptó y fuimos a almorzar juntos.
Mientras estábamos ingresando a la parte de la cocina, o lugar para comer, pudimos escuchar al capitán hablando con Sandro, el primer piloto, sobre una tormenta que estaba por venir. Nos asustó la cara de preocupación que tenían ambos, entonces nos imaginamos que nos iban a comunicar sobre esta mala noticia. Continuamos nuestro recorrido y fuimos a comer. Allí intenté tranquilizar a Pedro, que se había puesto un poco nervioso al escuchar aquella charla. Le dije que no tenga miedo, que esto sucede seguido, no todos los viajes son soleados y con mar tranquilo.
Estaba terminando el día, el mar se encontraba furioso, las gotas de lluvia eran cada vez más grandes, el buque se movía demasiado. La cara de todos ya no era la misma, no había chistes, ni nadie que se reiría. Parecía que no todo estaba saliendo tan bien como habíamos imaginado. 
Ya era de noche, nos seguíamos moviendo, solamente había que mantener la calma y seguir con el trabajo,intentar que el Buque no se hunda. El agua del mar comenzaba a ingresar, la lluvia no ayudaba demasiado. Tuvimos que recurrir al capitán para ver que podíamos hacer, estábamos bastante desesperados, las olas eran casi de 8 metros, paredes de agua golpeaban y tumbaban el Polar Mist, que parecía un barco de papel liviano que ya no podía controlar su rumbo. 
Patricio nos dijo que mantengamos la calma, pero después de varias horas esto ya no se podía. Estuvimos toda la madrugada y gran parte de la mañana luchando contra el agua, el viento y nuestra desesperación. Ya era Viernes, las máquinas no funcionaban, no teníamos más propulsión. Finalmente el capitán envió de forma inmediata, vía radio, un mensaje de alerta en busca de la ayuda de la armada Argentina, ya que estábamos a casi veinte millas de Punta Dúngene, cerca de Ushuaia. 
El buque se seguía moviendo mucho, me daba la sensación de que en cualquier momento quedaría dado vuelta. Yo no estaba tan preocupado, nunca se me pasó por la cabeza la idea de morirme aquella noche, siempre tuve el presentimiento que nos iban a salvar. La cara algunos de mis compañeros decían otra cosa. Ahí donde me dí cuenta de que la experiencia muchas veces te da tranquilidad y sobre todas las cosas confianza. 
Desde lejos se escuchaba el sonido de un helicóptero que se estaba acercando. Todos lo estábamos oyendo. Entonces miré a mis valientes compañeros y les indiqué con la mirada que la ayuda estaba en camino. La aeronave nos alumbró la cara a todos, la lluvia no nos dejaba ver hacia arriba, pero sabíamos que nos venían a salvar. 
Desde el cielo nos gritaban que nos tiremos al mar en pareja, para que sea más rápido el rescate. Sin dudarlo, dos tripulantes saltaron antes de que nos terminen de hablar, estaban desesperados. Luego salté junto a Pedro y caímos en el agua congelada cerca del estrecho de Magallanes. Una soga nos subió hasta el Sea King (Helicóptero Argentino) y poco a poco nos fuimos alejando del Polar.
Aterrizamos en plena ciudad de Rio Gallegos, allí varios periodistas nos quisieron entrevistar apenas bajábamos de la aeronave, pero estábamos demasiados cansados para dar declaraciones, lo único que quería en ese momento era llegar a casa, abrazar a mis hijos y a mi mujer, darme un buen baño de agua caliente y dormir. Esperando que la cama no se mueva demasiado. Esquivamos a los periodistas y fuimos a un pequeño hospital donde nos revisaron para observar si teníamos alguna lastimadura o algún golpe perjudicial. Por suerte, gracias a dios, estábamos todos bien, sanos y salvos. Ese era el único deseo, poder sobrevivir a semejante viaje. 
El polar Mist se terminó hundiendo, el remolcador, aparentemente no pudo con el buque. Quedaron varias cosas sin resolver, varios enigmas sobre los lingotes de oro y hay un gran debate judicial. Pero lo más importante es que todos estamos a salvos. Nosotros somos simples tripulantes. Que se sigan peleando los grandes, por suerte yo estoy vivo y puedo contar mi historia..."
Cuando  terminó de hablar, pasé mi brazo sobre la mesa y palmé su hombro demostrándole el aprecio que le tenía y lo agradecido que estaba por contarme semejante historia. El hombre estaba con lágrimas en los ojos, a punto de llorar. Tomó su tercer café y me dijo que nunca lo había contado de esta forma, jamás pensó que alguien vendría de otro país a entrevistarlo. El también estaba agradecido de lo que hice. Finalmente salimos del Bar y nos despedimos, el tripulante me dio la mano y me invitó a visitar su casa cuando quiera, que iba a ser bien recibido. Le agradecí y le dije lo mismo, además de pasarle mi número de teléfono y mi mail. 
Así volví a la habitación hotel, muy contento y satisfecho por lo que hice, no podía creerlo. Me saqué mis zapatos, mi camisa y me acosté. Luego puse la alarma de mi celular para que me avise a que hora tenía que levantarme para volver a mi casa. 
Volveré a Argentina con un material inédito, contaré algo jamás contado. Mi historia la presentaré en una agencia de un diario muy conocido del país. Ésta puede ser mi oportunidad de conseguir el éxito. Espero tener suerte...